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| Bomberos en simulacro de apagado de incendio por combustibles. |
Una columna de humo que se veía desde lejos, era la evidencia de que un gran incendio crecía rápidamente en la cima de la montaña y que amenazaba con avanzar en todas las direcciones, poniendo en peligro no solamente el cultivo donde inició debido a la imprudencia de unos campesinos que en pleno verano hicieron una mal llamada "quema controlada", sino una extensa área a su alrededor.
Era sábado día de mercado en Villa de Leyva, y dicha columna de humo que se divisaba desde el pueblo no podía dejar en paz a la familia Borrás. Terminaron labores, nos despedimos y decidieron ir pronto a su finca, para ver la dimensión de la situación. A eso de las 11 de la noche el fuego mucho más visible nos escandalizó. Era evidente el daño y después de hablar con los Borrás entendimos que había que actuar. Por ser de noche debían evitarse labores de apagado de incendios forestales, pues ya se había perdido la vida de un bombero por hacerlo, pero a la mañana siguiente los voluntarios decidimos emprender la marcha. En mi caso, era la primera vez que me enfrentaba en directo a la magnitud de un incendio forestal. No llevé mi cámara, no tenía tiempo para pensar en ello. Sólo mi teléfono celular. Eran mis amigos, había que actuar. Villa de Leyva y sus alrededores han sufrido de incendios frecuentes. Las ocasiones anteriores siempre hice mi aporte. Enviando sueros, aportando agua y alimentos para los bomberos, pero esta vez era diferente. Se necesitaban manos para trabajar. Decidí dejar los miedos a un lado y con lo que pude cuando llegamos a la zona afectada me ofrecí a ayudar.
En una situación como ésta, sólo hay que tener dos habilidades bien destacadas para poder actuar: sentido común y prudencia. Es posible pensar que porque no se tiene capacitación no se puede hacer nada, pero con esas dos habilidades bien afiladas es mucho lo que se puede hacer. Algo tan simple como prender o apagar la motobomba que saca agua del río y la lleva a través de las mangueras a la zona de incendio es de gran ayuda. Meterse en la montaña y ayudar a jalar las mangueras para evitar que se enreden entre los árboles, también. Como ven, tampoco es del otro mundo.
El fuego avanzaba ladera abajo con furia mientras se llevaba a su paso hectáreas de bosque nativo. Duele ver cómo en pocos minutos todo se consume, pero también situaciones como esa saca lo mejor de las personas. Poco a poco llegaban otros voluntarios y las tareas se distribuían por equipos. La coordinación espontánea fue total. Llegó el refuerzo de los militares quienes apoyaron las labores de apagado de incendio en la parte alta de la montaña, también dos alpinistas llegaron al final para extinguir los pequeños focos que pudiesen iniciar de nuevo el incendio. Armados llevando a sus espaldas grandes bolsas de agua, se internaron montaña arriba. No sé cuantas personas estuvimos exactamente ese día. Sólo sé que a todos nos quedó la tranquilidad de la labor realizada y que la montaña, y los Borrás se merecían nuestra ayuda. Nuestros amigos, su casa, sus animales, sus quesos, y sus yogures que cada sábado compramos en el mercado, estaban a salvo.
Ha pasado un año desde ese episodio, en el cual si bien las fotos que hice fueron solo para el recuerdo, fue un hecho que me hizo comprender la realidad de este mundo. La realidad de los imprudentes Vs los valientes. De esa experiencia me han quedado también nuevas amistades y a la comunidad le ha quedado un fortalecido grupo de Bomberos voluntarios civiles, quienes han creado la Fundación DIA y en conjunto con los bomberos de Villa de Leyva realizan labores de capacitación y concientización del cuidado de nuestros recursos naturales. También me ha quedado una gran admiración hacia ellos, hacia nuestros bomberos que nos hacen recordar que aún hay personas maravillosas en este mundo.
Una de esas actividades de capacitación que realizan los bomberos, tuvo lugar este fin de semana anterior en la plaza principal de Villa de Leyva, y aquí como es mi placer comparto con ustedes algunas fotos :)
En una situación como ésta, sólo hay que tener dos habilidades bien destacadas para poder actuar: sentido común y prudencia. Es posible pensar que porque no se tiene capacitación no se puede hacer nada, pero con esas dos habilidades bien afiladas es mucho lo que se puede hacer. Algo tan simple como prender o apagar la motobomba que saca agua del río y la lleva a través de las mangueras a la zona de incendio es de gran ayuda. Meterse en la montaña y ayudar a jalar las mangueras para evitar que se enreden entre los árboles, también. Como ven, tampoco es del otro mundo.
El fuego avanzaba ladera abajo con furia mientras se llevaba a su paso hectáreas de bosque nativo. Duele ver cómo en pocos minutos todo se consume, pero también situaciones como esa saca lo mejor de las personas. Poco a poco llegaban otros voluntarios y las tareas se distribuían por equipos. La coordinación espontánea fue total. Llegó el refuerzo de los militares quienes apoyaron las labores de apagado de incendio en la parte alta de la montaña, también dos alpinistas llegaron al final para extinguir los pequeños focos que pudiesen iniciar de nuevo el incendio. Armados llevando a sus espaldas grandes bolsas de agua, se internaron montaña arriba. No sé cuantas personas estuvimos exactamente ese día. Sólo sé que a todos nos quedó la tranquilidad de la labor realizada y que la montaña, y los Borrás se merecían nuestra ayuda. Nuestros amigos, su casa, sus animales, sus quesos, y sus yogures que cada sábado compramos en el mercado, estaban a salvo.
Ha pasado un año desde ese episodio, en el cual si bien las fotos que hice fueron solo para el recuerdo, fue un hecho que me hizo comprender la realidad de este mundo. La realidad de los imprudentes Vs los valientes. De esa experiencia me han quedado también nuevas amistades y a la comunidad le ha quedado un fortalecido grupo de Bomberos voluntarios civiles, quienes han creado la Fundación DIA y en conjunto con los bomberos de Villa de Leyva realizan labores de capacitación y concientización del cuidado de nuestros recursos naturales. También me ha quedado una gran admiración hacia ellos, hacia nuestros bomberos que nos hacen recordar que aún hay personas maravillosas en este mundo.
Una de esas actividades de capacitación que realizan los bomberos, tuvo lugar este fin de semana anterior en la plaza principal de Villa de Leyva, y aquí como es mi placer comparto con ustedes algunas fotos :)
