1 - La primera vez


Me es difícil recordar con exactitud qué edad tenía cuando tomé por primera vez una cámara en mis manos. Lo que si recuerdo con claridad es cual cámara fue, y que ese acto de curiosidad infantil, seguramente generó un regaño después. ¿De quien?, de mi querida señora madre. En aquella época cuando la cantidad de disparos se medía dependiendo de la longitud del rollo (y no en una cantidad definida a su antojo por el fabricante, como su sucede con las réflex hoy en día) el resultado final de la captura fotográfica, era un misterio acompañado de un costo económico para conocerlo. De ahí se derivaba el regaño. 

Pero claro ¿cómo no iba a enojarse?, en el momento en el que ella tomaba la cámara para hacer sus fotos, el pasador le indicaba que el rollo había llegado a su final... Mejor dicho el rollo "le hacía pistola". Y no era para menos. No era solamente yo la que hacía aquellos  pequeños "atentados". De hecho no fui quien los inició pero por el hecho de ser la menor a parte de heredar dicha "habilidad", muchas veces fui la modelo de esos "atentados". 

Hoy entre sonrisas recordamos esas anécdotas; y es que el hecho de "robarse" la cámara para hacer fotos a escondidas, era mucho más interesante que "asaltar" la despensa de la cocina.





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