3 - El gran mundo de lo pequeño

Con el tiempo, dicha cámara Zenith tuvo competencia cuando entré a la universidad. Se trataba de una Canon F1 comprada en Alemania y traída a Colombia por el mismo viajero. El exposímetro funcionaba de la misma manera, sólo que esta vez no era a través de una ranura en el cuerpo de la cámara, sino que esa misma alineación se hacía cuando se ponía el ojo en el visor. Tener a mi disposición dos cámaras me daba libertad de escoger con cual disparar (algo muy pupy... ¿no?). A su vez llegaron accesorios para la Zenith, entre esos un magnífico juego de filtros y "tubos" adaptadores para hacer macros. Así fue mi inicio en el gran mundo de lo pequeño. Fue para una tarea de la universidad en la que el tema eran los fractales, caundo empecé a disparar macros. 

Descubrí lo fácil y divertido que era para mí, fijar la mirada en los detalles que los ojos comunes y corrientes ignoraban. Fue como entrar en un nuevo mundo. Luego, pasaron algunos semestres más y llegaron las tan esperadas clases de fotografía. Para ese entonces mis conocimientos previos se hicieron evidentes, y mi experiencia me permitió aprovechar aún más la clase. En el semestre en que ví  fotografía en la U, tuve la oportunidad de conocer aún más el gran mundo de lo pequeño: la microfotografía. Mi universidad por ese entonces, en convenio con el Instituto de Medicina Forense, nos enviaba a ese lugar a tomar la clase. Si estaba fascinada con lo macro, ahora imagínense con lo micro. El profesor que dictó la materia le dio un enfoque diferente al tradicional, y permitió que viéramos el proceso de la fotografía con otros ojos; además de revelar nuestros rollos a color y hacer varias salidas fotográficas. Hubo personas a quienes no les convenció esa metodología, pero yo si aprendí.


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