Comercializar fotografías especialmente impresas es un arte detrás de otro arte. He aprendido que casi todo en esta vida es como una constante "venta". Todo en la vida es un negocio. Desde la venta de un paquete de papas fritas, hasta la de ideas. De alguna manera estamos haciendo una clase de "venta" o de negocio. Pero si hay algo de lo que podemos estar claros, es que la mayoría de los verdaderos artistas no nacieron sabiendo vender su trabajo. Lo aprendieron a las malas o a las buenas. Después de pasar meses o tal vez años con problemas económicos, tuvieron que sacar fuerza de sus entrañas para poder aprender a cobrar. No soy la excepción, y en este caso la seguridad en sí mismo cuenta no solamente para la autoestima sino en el plano laboral para cobrar con seguridad. No pretendo ser una "coach" en estos menesteres, sólo me baso en mi experiencia y en este caso pretendo ser igual de categórica como el autor del libro que me estoy leyendo, "Antifrágil" el cual carece de bibliografía.
Cuando era adolescente, una querida amiga de mi mamá me dijo un día: "como mujer, una misma se da su lugar". Bueno, en la comercialización de la fotografía es lo mismo. Tener el ojo fotográfico es un talento y utilizarlo es un placer que también cuesta. Cuesta en dinero, en tiempo, en esfuerzo y dedicación y todo ello debe ser retribuido, y tampoco debemos irnos al otro extremo. Simplemente ser justos, así llegarán los verdaderos clientes. Los que valoran el trabajo de otros. Así que los artistas no deben permanecer siempre en la quiebra. Es hora de encontrar nuevas maneras de generar dinero justo con el trabajo que se hace con amor. Así que si usted mi querido lector, es un gran artista, pero no sabe cuanto cobrar, piense en todo lo que ha invertido para llegar al nivel artístico en el que se encuentra, y allí obtendrá las respuestas necesarias. Buen viento y buena mar :)
