27 - Desobedeciendo a Waze - Primera parte


De viaje por carretera
De viaje de celebración
En éste post te contaré cómo viví mi cumpleaños, el pasado 22 de mayo. Desde hace un par de años me ha gustado celebrarlo visitando un sitio nuevo para mí, así que éste año no podía ser la excepción, ni el clima un obstáculo. Como ya lo he mencionado: soy viajera. Sí, en cualquier modalidad, y el explorar los pueblitos de Colombia es algo que también me encanta hacer. 

Nuestro viaje empezó en Villa de Leyva (un poco tarde para mi gusto), pero con todas las ganas de llegar a Monguí sin importar la hora. Juan ya había trazado la ruta y la primera parte del viaje la conocíamos muy bien. Pasamos por Arcabuco y nos metimos por Cómbita el pueblito donde creció nuestro querido Nairo Quintana. Recorrimos el trayecto que él realizaba cada día (ida y regreso) para ir al colegio unos 24 kilómetros aproximadamente en cada trayecto, con una altimetría bastante exigente. Ya te imaginarás cómo ha logrado formar esos enormes pulmones que debe tener y esas fuertes piernas. Seguimos nuestra ruta llegando al primer y único peaje de ese trayecto: el de Tuta. Si no te suena familiar el término "peaje" es un impuesto que en Colombia hay que pagar cuando se transita por las vías principales cada ciertos kilómetros, que si bien algunas vías no lo merecen por el estado en el que se encuentran, ésta vía si está en muy buenas condiciones.

El tiquete del peaje
La ventaja de ir como copiloto, aparte de contemplar el paisaje y tomar todas las fotos que quiera,  es que en un día como el cumpleaños hay más comunicaciones de las habituales así que me divertí chateando con mi grupo de compañeros de colegio por WhatsApp, recibí llamadas y hasta una invitación a una cata de vinos Doble Vía pocos días después: ¡delicioso regalo!.

Pasamos por Paipa y el hambre empezaba a hacer su aparición, pero aún estábamos léjos de Monguí. En el trayecto después de Paipa, seguía Duitama y como ya las conozco, no ameritaba detenernos allí pero mis tripas querían justamente lo contrario. Finalmente decidimos aguantar un "tris" de hambre más para ir a almorzar a Tibasosa, municipio por el que de todos modos íbamos a pasar, al que era muy fácil entrar y que yo no conocía. La opción de entrar a Tibasosa no era asunto de Waze, el cual nos decía que en vez de ahí nos fuéramos por Nobsa. Allí empezó nuestro desobedecimiento. Llegamos a la plaza principal del pueblito muy lindo por cierto, y almorzamos en un restaurante ubicado en una de sus esquinas. Con lo feliz que iba le hice publicidad a mi cumpleaños pero ni un saludo me dieron. La comida estuvo deliciosa pero a la atención le faltó lo que llamamos aquí: "chispa". De todos modos ese lomo en reducción de balsámico me supo delicioso, además con esa hambre tan salvaje cualquier cosa sabe bien.

De pasada por Tibasosa

Hicimos lo posible por disfrutar el momento sin demorarnos mucho porque el tiempo avanzaba y aún no habíamos llegado a mi anhelado Monguí. Arrancamos camino a Sogamoso y allí empezó la verdadera aventura. La atravesamos y "serpenteamos" por algunas calles para encontrar la salida hacia Monguí por la otra vía... hasta que empezaron los "gritos" de Waze "recalculando" y ese montón de pitos e indicaciones que hace con "desespero" cuando se decide no seguir la ruta indicada. Empezábamos la subida por una vía pavimentada poco transitada y Waze insistía "...en 20 metros gira a la izquierda en U hacia Sogamoso....etc, etc", así que lo apagamos y seguimos nuestra aventura. La vía empezaba a mostrarnos otra cara, una bonita vegetación pero también una que otra volqueta. Aparentemente esa vía es la más corta pero... como muchas cosas en la vida no es la más rápida. Avanzábamos hasta que la felicidad se acabó... es decir; empezó la vía destapada. Créeme que transitar por vías como esa en un Mitsubishi tipo sedan como el nuestro es decir, tan bajito que su "panza" nos puede estar "echando madres", ya es toda una osadía. Seguimos nuestro camino ascendiendo aún más y conociendo la actividad económica más importante de esa zona: la minería, pero ésta minería no es la de eliminar la capa vegetal, de hecho me llamó la atención que en las zonas con más árboles era dónde estaban haciendo la extracción del carbón, el mismo que usan los lugareños para calentar sus casas. Llegamos a Morcá, un micro-pueblito que es realmente un corregimiento que pertenece a Sogamoso y donde su enorme iglesia nos planteó preguntas, las cuales encontraron respuesta en la señora que le hacía aseo. Con un poco de escepticismo le preguntamos si alguna vez había ido tanta gente como para llenar el templo, y la respuesta rotunda fue: ¡Sí!, porque cuenta la historia que allí hace mucho tiempo se apareció la virgen, así que ya entenderás el resto.

Doña Ana en Morcá, nos sacó de la ignorancia

Una esquina de Morcá, en Boyacá, Colombia

Nuestro paso seguía lento y yo veía que la señal de mi línea telefónica principal era nula, pero con esa belleza de paisaje no habían preocupaciones. Seguíamos subiendo y la recompensa a nuestra desobediencia era la bella vista. Esa montaña es muy hermosa y la vista desde ahí también. Por la prisa de llegar a Monguí, ya que se estaba haciendo tarde (casi las 5 pm) no hice muchas fotos, sólo me dediqué a disfrutar la vista hacia el valle de Sogamoso. De pronto dejamos de ascender y al hacerse plano el relieve sentíamos que pronto empezaríamos a bajar. Dicho y hecho, además mi olfato me decía que a ese lindo pueblito al que sólo había visto en fotos, ya nos acercábamos.... fue hermoso comenzar a bajar cuando de repente apareció en la parte baja de la montaña frente a nuestros ojos el deseado destino...¡Monguí a la vista!. Nos detuvimos y las fotos desde ahí sí las tomé.


Qué hambre ni qué Waze... ¡Monguí a la vista!
Foto: Juan

El hambre y todo lo demás había quedado atrás, para ese entonces ya habiendo descendido parte de la montaña estábamos a un poco más de 3000 metros sobre el nivel del mar (Monguí está a 2900). En ese momento recibí la llamada cumpliañera de mi papá, la cual me alegró mucho, luego retomamos nuestro camino y llegamos a Monguí.

Para ese entonces eran casi las 5 de la tarde así que... ¡Qué devolverse ni qué nada!, a buscar hospedaje y poco importaba que no llevábamos pijama...

Y ésta historia ¡continuará!, sabrás quien es Cleopatra y qué cosas lindas ví. ;)

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